Las bondades del agua de manantial

Los consumidores estamos abrumados por la cantidad de información con la que somos bombardeados a diario. Que si esto es bueno para la salud, que eso es lo peor, que esto otro es la cura milagrosa a todo mal y que aquello es lo peor que puedes hacer por tu cuerpo. Hay un montón de elecciones que hacer lo que puede confundir aún más.

Lo que sí es cierto es que nada se compara entre un agua de manantial y un agua purificada; la primera es potable por naturaleza, microbiológicamente sana y es envasada de origen, lo que la aísla de riesgos de polución. Por otro lado, el agua purificada también puede ser microbiológicamente sana sin embargo, existen algunas aguas que están «tan purificadas» que pueden provocarte sed o arruinar la experiencia de una comida. Quizá te sea familiar la sensación después de haber bebido aguas purificadas de baja calidad en donde la lengua te queda rasposa. No es nada agradable.

Las propiedades del agua de manantial van más allá que sus características gustativas; son un recurso muy valioso que colaboran a la conservación de los suelos. Si bien, el agua es un recurso que debemos cuidar, las aguas subterráneas son un patrimonio muy valioso. Además de tener beneficios para la salud, colaboran a que nuestros suelos conserven su firmeza.

Al pie del volcán Iztaccíhuatl, nace en una reserva natural protegida el agua Sta. María, que es 100% pura de manantial. Su origen es lo que la enriquece y purifica naturalmente tras un proceso de filtración que sucede desde hace cientos de años, donde adquiere la mineralidad necesaria para equilibrar su sabor. Se forma del deshielo del volcán en un proceso de filtración por la montaña que tarda muchos años, hasta que finalmente brota a la superficie en forma de manantial. Esto le permite conservar sus características y composición de origen. Durante este periodo, el agua se purifiica entre las rocas y se enriquece con minerales que los seres humanos necesitan. La belleza de esta agua es que se embotella directamente desde su fuente, algo que que la ayuda a mantener sus características naturales al tener un mínimo contacto con el hombre lo que mantiene su pureza. Lo ideal es tomarla a 17 C, no excesivamente fría —fresca para percibir su sabor.

A tan sólo 75 km. de la Ciudad de México se encuentra la Reserva de Sta. María, ubicada en el municipio de Sta. Rita Tlahuapan en el estado de Puebla. La reserva es una concesión otorgada desde 1992 en la que se realizan monitoreos diarios tanto del flujo del agua como de su calidad. Tienen más de 200 hectáreas alrededor de la planta que son consideradas un pulmón debido a sus continuas actividades de reforestación. Con estas accione se permite continuar el flujo de manantial e incluso incrementar el flujo de agua, debido al ambiente propicio donde se encuentra. La concesión indica que sólo el 40% del agua que brota se embotella y el resto se deja correr sobre su cauce natural.

Más de 300 empleados el año pasado ganaron un premio como la planta que más hace por la comunidad con actividades como brindar estimulación temprana en tres escuelas comunitarias; construir una camino pavimentado para prevenir accidentes; promover los huertos de traspatio para fomentar el autoconsumo y que después las familias puedan obtener un ingreso adicional y finalmente, un programa llamado «Mi Dulce Negocio» para que las madres de familia aprendan a hacer un negocio con las cosas que saben hacer, administrarlo y llevarlo a cabo.

Son tantas las cosas que hay detrás de un proyecto de agua de manantial que vale la pena descubrirlas poco a poco. Lo que sí es cierto es que la próxima vez que te abrumen las opciones, elige agua de manantial y recuerda el bien que estás haciendo en pro de una comunidad.