Galanga Thai Kitchen

La historia de cómo nació el mejor restaurante de la Ciudad de México es realmente conmovedora. Somri Raksamram –a quien todos llaman Anna– conoció a su ahora esposo mientras trabajaba como masajista en el hotel Banyan Tree de Acapulco. Al estar lejos otras compañeras para cocinar las recetas de su tierra para no extrañar tanto. Como en cualquier grupo de amigas, siempre hay una que cocina mejor, y en este caso era Anna la que se hizo famosa en todo el hotel por su habilidad culinaria. El típico “deberías poner un restaurante” no se hacía esperar después de cada comilona. Lo que parecía ser un sueño guajiro un día se materializó cuando entró un segundo jugador en escena: su esposo Eleazar Ángeles.

Él también trabajaba en el hotel, pero a cargo del restaurante. Como era fanático acérrimo de la cocina de Anna decidió que aquello no se podía quedar en una experiencia para algunos cuantos, fue así que abrieron en una calle de la colonia Roma el nuevo lugar que está llenando de sabores thai a los chilangos: Galanga Thai Kitchen.

Es un lugar modesto, limpio y lindo. Como de esos restaurantes de todos los días donde sabes que comerás bien y que no tendrás que vender un riñón a la ciencia para pagar la cuenta. Aunque apenas tienen poco menos de dos meses abiertos, el servicio es impecable y el entrenamiento de los meseros es perfecto para describir todos y cada uno de los platillos. El lugar toma su nombre del condimento indispensable de la cocina thai, la galanga, una especie de jengibre que se utiliza en gran variedad de platillos.

Para comenzar, pido un té thai, una bebida color naranja de té negro, especias y leche que es difícil de conseguir en México pero que a mi me encanta. Me cuenta Eleazar que tiene que importar la mayoría de sus ingredientes –el té thai entre ellos– para hacer la experiencia lo más auténtica posible. Es un acompañante ideal para la ensalada de papaya verde (som tom) con camarones deshidratados y una mezcla de lima, cacahuates, salsa de pescado y un toque de picante. Parece ser una combinación bastante bizarra pero una vez que la pruebas te quedan atrás todas las dudas y no podrás parar.

Después elijo el con pollo entre su amplia variedad de currys, con bambú, verduras y albahaca thai. Es súper aromático y para acompañarlo, la soda de té limón funciona de maravilla. Se sirve con un tazoncito de arroz blanco para ir mitigando lo especiado del plato. Mientras comemos, me asomo y conecto con la mirada de Anna, pendiente en todo momento de que sus platos le gusten a los comensales.

Para terminar, nada mejor que un postre clásico: el sticky rice, un dulce arroz pegajoso que se prepara con leche de coco y se que sirve con mango fresco. Es el final perfecto para aquel que ha comido un montón de especias, ya que calma el paladar sin ser empalagoso o pesado. Sin duda, Galanga Thai Kitchen se está convirtiendo en uno de los favoritos de la zona a su corta edad con toda justificación. El mejor consejo es ir en grupo, para pedir muchas cosas al centro y probar de todo. Déjense guiar por Eleazar y disfruten la comida que Anna prepara con tanto esmero.